En los últimos días debo admitir que las cosas no han estado para nada fáciles, pruebas y más pruebas vienen a nuestras vidas queriendo llevarse todo lo que con tanto esfuerzo hemos construido. Entre tantas discusiones, malos entendidos o simplemente la tremenda ansiedad de ya estar juntos tengo la dicha, la verdadera dicha de poder verla dormir. Es que eso no tiene precio, no tiene explicación. Amo verla en cada una de sus actividades diarias, desde verla sacarse un moco, pasando por verla desmaquillarse, hasta cuando se cepilla los dientes. Es que qué ser más maravilloso tengo conmigo. Gigantes son mis gracias al Creador por concederme la joya más valiosa en el mundo, mi prometida.
La amo mares, soles, galaxias.
Mi sueño es despertar y saber que ella está completamente segura de mí, que sepa que la amo, la valoro, que lo es todo para mí, mi motivación, mi alegría, todo. Quiero que a diario se acueste con una sonrisa recordando todo lo lindo que la pasamos en el día. Mi anhelo es verla feliz, estar ahí para verla superarse en todo y apoyarla en absolutamente todo. Amo a mi novia, la amo sin medidas, Muero por proponerle ya matrimonio de manera oficial, con sus padres presentes y una sortija deslumbrante. Te amo, Dalia.
Por cierto, ahora fui a un museo de trenes en California y para mi sorpresa, el tren con nuestro número.
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